HISTORIA, SOCIEDAD Y  MUJERES

 

 Victor Bueno Roman

 

I

Sobre Anna WIMSCHNEIDER (1919-1993) y su libro testimonial „Herbstmilch“ (cast. “Leche de Otoño”)  [1]

 

/ para Dana VÁVROVÁ y Werner STOCKER , in memoriam !  Berlín.

 

Resumen: Anna WIMSCHNEIDER (apellido de soltera Traunspurger) fue una campesina alemana de Baviera (o Bavaria) que en su libro testimonial intitulado “Herbstmilch” , que fuera un Bestseller en Alemania y del cual existe una película, narra y describe su vida antes y durante la 2da. Guerra Mundial, exactamente entre 1930 y 1940. Su vida transcurrió siempre en el campo y su destino fue trágico, pues a la edad de ocho años perdió a su madre. Ella era la cuarta de siete hijos. Su padre esperó y exigió de ella la misma dedicación y responsabilidad de la madre: a) Sostén del hogar, tareas domésticas y atención de la familia (padre, seis hermanos, tío y abuelo); y b) Ayuda en las tareas agrícolas y ganaderas. Años más tarde le haría su futura suegra más problemas y la vejaría de palabra. Para efectos de este artículo, he utilizado yo la versión original alemana en su edición de 1984. Las traducciones de pasajes, así como de otros fragmentos o palabras en idioma extranjero, son de mi autoría.

I.- Introducción:

Nuestra época es la de la Globalización y del Neoliberalismo. El fundamentalismo de la economía de corte liberal- del laissez faire - ha elevado a un culto cuasi irracional a estos dos nuevos becerros de oro.  La caída del bloque socialista ha permitido, ha despertado, a la ansia y a la avarica de los países ricos e industrializados para ganar nuevas influencias en las regiones afectadas por esa conmoción social e histórica. Tanto la disolución de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia, cuanto la caída del Muro de Berlín, han facilitado que los países industrializados y capitalistas insistan y concurran entre sí por la conquista y por la apropiación de los nuevos mercados.

La Globalización y  el Neoliberalismo han mostrado su rostro cínico e inhumano. Ellos han provocado crisis económica y desocupación, desestabilización de la sociedad, angustia e inseguridad, debilitamiento del Estado en su función reguladora y nuevas guerras. El balance que se puede hacer de esta “innovación económica y política”, de este nuevo estadio del capitalismo, es desastroso. La más reciente crisis económica que ha tocado a los bancos y a las inmobiliarias en los EE.UU., cuyas  repercusiones han alcanzado a Europa, han puesto en claro que las tan repetidas y manidas afirmaciones que “el mercado se regula a sí mismo”, “que el Estado no debe inmiscuirse en la economía privada”, “que el Estado es mal empresario y mal administrador”, “que la iniciativa privada y la libre empresa son la garantía del progreso y de la estabilidad”, etc. , carecen de fundamento y de legitimidad; peor aún, aquéllas han perdido credibilidad. Los así llamados “paquetes económicos coyunturales” propuestos e introducidos en los EE.UU. y en Europa para salvar a los bancos y a las empresas privadas de su colapso total, demuestran que el rol del Estado y su redefinición- como garante de la justicia y del derecho, de la ley y de la paz social-, está ahora más actual que nunca. Ya en Alemania se está barajando la idea, por ejemplo, para nacionalizar a algunos bancos y en Francia se ha aprobado un plan de subvenciones para asistir económicamente a las empresas automovilísticas, a fin que éstas retengan puestos de trabajo en el país y no emigren a otros, donde los costos de producción son bajísimos, donde la organización sindical o las conquistas salariales (condiciones de trabajo, derecho a huelga, garantías laborales, etc.) no existen o están en pañales. Estas medidas son emprendidas no tanto para corresponder a las exigencias de los empleados y trabajadores, sino para salvar al sistema imperante. Las subvenciones y los créditos, que son ofrecidos por los Estados en esta crisis, son un método para desactivar al creciente malestar popular. A todo Estado que se autoproclame de social y democrático no quedará otra alternativa que la de abandonar a los postulados del turbocapitalismo antisocial e ineficaz, inhumano e irracional .

La crisis es tal, que ella ha generado en los gobiernos , en la clase dirigente y en los empresarios, intranquilidad y preocupación por las consecuencias sociales y políticas que tocan a la legitimidad y credibilidad de sus Slogans políticos y de su fe ciega en las “bondades” del sistema capitalista.. Sobre los más pobres y débiles- sobre mujeres, niñas y niños, ancianas y ancianos, jubiladas y jubilados, desocupadas y desocupados, desposeídos y desheredados- recaen las consecuencias de un Estado antidemocrático y de su errada política económica, así como de una sociedad cada vez menos solidaria: La ganancia es privatizada; la pérdida y los daños, socializados. El capitalismo y su principio de máxima acumulación- sobre la base de la represión, de la injusticia y de la desigualdad social-, no hace distingo ni de edad ni de sexo. Esto es lo que caracteriza y da vida al sistema capitalista, a lo que se suman la carrera armamentista, el negocio con la muerte y los ecocidios. De ahí  que es legitimada la organización y la lucha por la defensa del Derecho y de la Justicia, de los Derechos Humanos y de las Libertades Democráticas, por la práctica de la solidaridad, por la observancia de principios y valores morales y éticos, por el respeto y por la tolerancia frente a minorías. La protesta de los de abajo es tomada por el Estado y por el monopolio del Poder como un acto de perturbación social, como un síntoma de terrorismo, a los que se tiene que combatir, preventiva o definitivamente. Ante esta política, a la que se adhiere una religión mal entendida o mal practicada, quedan como alternativas la asimilación y la reproducción negativa y ampliada, la resignación, el exilio o la resistencia. Las biografías femeninas que, en este artículo y en lo sucesivo me habrán de ocupar, se han movido en esos parámetros sociales.

II.- Anna WIMSCHNEIDER. Verdad cotidiana y mentira romántica: “Qué descansada vida /  la del que huye el mundanal ruïdo...” . Ideología en la percepción del ortus amenus:

La vida en el campo no es fácil ni idílica. La romantización de la vida rural ha sido tópico de la fantasía literaria y de los escritores saturados de la urbe. No en vano existe un género pastoril, una literatura pueblerina y regional. La vida despreocupada, pastoril y retirada-  descrita en obras como “Daphnis y Cloé” del griego Longus,  en las “Eglogas” o “Bucólicas” del poeta latino Virgilio o en la famosa “Oda a la vida retirada” del español Fray Luis de LEON (1527-1591)- no corresponden a la realidad del agricultor o labrador, pues quien necesita del pan tiene que trabajar y su problema es real y no metafísico. Una vida dedicada a la ensoñación poética o a la observación serena y sistemática- filosófica- de la Naturaleza supone que son otras y otros quienes trabajan a la tierra. Este fue el caso del poeta peruano simbolista José María EGUREN (1882-1942) en su mansión de la Hacienda Chuquitanta a  las afueras de Lima: El se dedicó exclusivamente a la poesía, que dicho sea de paso es excelente, porque en su hacienda disponía su familia del personal idóneo.

Para la campesina o para el campesino no hay tiempo suficiente para dedicarse al goce estético o para la contemplación filosófica. La nostalgia por un pasado mejor, los deseos de escapar de la vida urbana ideologizan a la Naturaleza y a la vida en el campo. La Naturaleza es bella, pero a la vez violenta: Piénsese, p. ej., en las desertificaciones y sequías en Noráfrica (zona del Sahel 1969-1973), en el Tsunami en Indonesia (2004), en las inundaciones anuales en Bangladesch, en los huracanes en el Caribe ( Katrina en el 2005), en los terremotos de EE.UU. (San Francisco 1906), de Perú (1970), de Irán (1962), de Turquía (1905 y 1999).

El testimonio de la campesina alemana Anna WIMSCHNEIDER está escrito con un lenguaje menos literario y más cercano a su ser social. El estilo es lacónico y naturalista. La temática es realista. Muchos vocablos y giros corresponden al sociolecto alemán de Baviera. La autora y la periodista han tenido cuidado en no hacer del libro un testimonio únicamente asequible para el mundo campesino y para el sociolecto bávaro. La sintaxis deja entrever, sin embargo, que se trata de una mujer del pueblo y la estructuración discursiva revive al ambiente familiar y pueblerino. Ello significa que existen una coincidencia y una conformidad entre la Forma (la expresión) y la Substancia (el contenido). Esto resulta patente para quien vive o ha vivido en Alemania, ha pasado un tiempo en el campo y está en la capacidad para reconocer (alemán: erkennen) y diferenciar (alemán: diferenzieren) a la lengua Standard de sus variantes socio-dialectales y de los modismos regionales. [2]

El estilo y el tono plasmados en “Herbstmilch” recuerdan a la novela “Vidas secas” (1938) del brasileño Graciliano RAMOS de OLIVEIRA (1892-1953) que relata sobre la vida miserable y de dependencia tanto social como de la naturaleza- especialmente de las lluvias- de familias campesinas y los daños que acarrea una larga sequía en el Sertaõ brasileiro nordestino. El libro de Wimschneider ofrece una descripción de la vida rural  en la primera mitad del siglo XX en una región de Alemania, antes y durante la 2da. Guerra Mundial. Anna WIMSCHNEIDER brinda a la lectora y al lector una visión trágica y dura de la vida en el campo. El libro es una historia de las costumbres y de las mentalidades dominantes en Baviera (en el sur de Alemania), donde el catolicismo ha sido y es fuerte, donde la agricultura- al lado de la industria automovilística y petroquímica- es una de las fuentes de la prosperidad económica.

Anna WIMSCHNEIDER perteneció a una familia campesina y nació al 16 de Junio de 1919 en Weng , comunidad de Postmünster, en el valle de Rottal-Inn (Baja Baviera). Ella escribió su biografía en 1983 que fuera filmada en 1988 por el  director cinematográfico alemán Joseph VILSMAIER (* 1939) [3] y estrenada en Enero de 1989. La biografía de la señora Wimschneider no es una historia inventada, deformada o ideologizada, sino realidad  estremecedora. Su vida, dominada por la Religión católica, transcurrió en la necesidad y en la semiorfandad. El catolicismo, en la Baviera de aquel entonces, coincidía con lo que hoy se conoce como fundamentalismo religioso: Parere Deo libertas est! (cast. ¡Obedecer a Dios es libertad! ). La imprecación divina de Jahve del “Ganarás al pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!”  [Ver: El Antiguo Testamento. Génesis: 3,19], fue patrón de conducta en la familia y en el pueblo.

A la edad de ocho años, en 1927, perdió Anna a su madre, la que sólo alcanzó a vivir 39 años. Su muerte se produjo a consecuencias del alumbramiento del séptimo hijo. Este hecho trágico marcó un vuelco en la vida de Anna: La niña asumió las tareas de la madre. Anna ocupaba el cuarto lugar en la descendencia y asumió responsabilidad por sus hermanos (Franz, Michl, Resl, Alfons, Sepp y Schorsch). Anna tuvo que aprender a cocinar y a lavar, a planchar, a tejer y bordar. Ella se encargó del abuelo y tuvo que ayudar a su padre en las tareas del campo.

Anna WIMSCHNEIDER comenzó su autobiografía, cuando  su madre yacía moribunda. Las primeras páginas ofrecen una brevísima descripción de su niñez y preparan a la lectora y al lector: Madurez prematura y pérdida de la niñez que debió ser despreocupada, lúdica y jovial.

El sacerdote pueblerino ya había otorgado los santos olios a la moribunda y todos se preparaban para el exitus letalis. Anna y sus hermanos fueron convocados al lecho mortal y cada quien se aferró a los dedos o a los brazos de la madre. Esa imagen, ese último intento infantil para retenerla en este mundo, recuerda a la canción patética intitulada “La mamma” (1963) del cantante y actor cinematográfico francés de origen armenio Charles AZNAVOUR (Varenagh AZNAVOURIAN, *1924). He aquí unos pasajes: “Ils sont venus / Ils sont tous lá / Dès qu’ ils ont entendu ce cri / Elle va a mourir, la mamma (…) Tous les enfants jouent  en silence / Autour du lit ou sur le carreau / Mais leurs jeux n’ont pas d’importance / C’ est un peu leurs derniers caderaux / A la mamma (…) On la réchauffe de baisers / On luis remonte ses oreillers / Elle va mourir, la mamma (…)" . (cast. “Ya están todos aquí / Llegaron todos ya / Ellos han acudido a su llamado / Está muriendo la mamá / Todos los niños juegan en silencio /  En torno a la cama o sobre el cuadrado / Pero sus juegos carecen de importancia / Ellos ofrecen su última atención / A la mamá (...) Todos se turnan en cuidarla / En atenderla y abrazarla / Está muriendo la mamá...”

III.- Niñez perdida y madurez prematura: Fundamentalismo católico y educación prusiana:

Fallecida la madre, comenzó la “reeducación” – el Calvario- de Anna. Nuevos métodos educativos fueron aplicados: Oración y pietismo, disciplina y obediencia, amenazas y castigos. Detrás de las costumbres y de la mentalidad estaba la sentencia benedictina ora et labora  (cast. reza y trabaja), así como la noción de jerarquía. Se vivía en el campo y los crucifijos por doquier eran, con las sentencias bíblicas, parte consubstancial de lo cotidiano: “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” [Ver: El Nuevo Testamento. Epístolas del Apóstol Paulus: Segunda  Epístola a los Tesalonicenses: 3, 10].

Anna no tuvo niñez. Su infancia y su juventud se movieron entre el trabajar y orar, entre el atender a otros y obedecer. No se la educó a través del esclarecimiento, no se fomentó en ella a la autoconciencia y al espíritu crítico, sino se la redujo a ser un instrumento para el servicio doméstico. Anna fue maltratada y degradada en su dignidad de persona y de mujer. Gritos y golpes, insultos y reproches, tuvo que soportar ella de parte de su padre, pues la nueva “jefa del hogar” no mostraba eficacia ni suficiente energía para atender a todas y a cada una de las tareas que se le había encomendado. Y ya que Anna no lograba terminar con sus deberes, buscó el padre una ayuda provisoria. En vista que la ayudantía doméstica hiciera conocer al padre que a Anna faltaba conocimiento y experiencia con las labores domésticas, recomendó aquél que se diera uno o varios golpes a Anna, a fin que ésta con el golpe aprendiera. (pag. 11)

Anna sufría por el streß. Comprensión y cariño no recibió ni de su padre ni de su abuelo. Para ella había sólo deberes y obligaciones, ningún elogio, reconocimiento o premio, ningún prolongado descanso. Y para cocinar, por ser ella tan pequeña, tenía que utilizar un banco para pararse sobre él, a fin de poder ver y controlar a lo que ella estaba cocinando. (pág. 11)

De Anna se esperaba mucho y mejor. Por cualquier error, por cualquier descuido se le hacía reproches y se le aplicaba castigos. Si ella explicaba sus errores y fallos con su edad y con su inexperiencia, se le exhortaba: “...auf Dirndl, warum bis du Bäuerin geworden? (cast. ¡Levántate, moza! ¿Por qué, pues, te has hecho tú campesina?”). El cansancio acumulado, las pocas horas de sueño, se manifestaban en la escuela: Anna se dormía durante las horas de enseñanza, lo que le acarreaba críticas de la maestra o del maestro. Por el cúmulo de tareas domésticas, no acudió ella muchas veces al colegio. Y si el padre se enteraba que Anna se había dormido en el salón de clases o había faltado, esperaba a ésta mayor crítica y castigos en el hogar. La presión y las espectativas eran tales que, destinara Anna unos minutos al descanso reparador, sería ello visto como un síntoma de ocio o flojera. 

En casa no había agua caliente. Por eso es que a  menudo tenía Anna a sus manos amoratadas por el frío y por el esfuerzo fregador desplegado. (pág. 18). Y mientras el padre, los hermanos u otros parientes dormían, no tenía ella derecho al descanso mientras no hubiera terminado con los deberes del día (pág. 19). Ella tejía y bordaba por la noche. Y como si esta inhumana educación, este indigno e inhumano trato no fuera poco, fue Anna  víctima de dos intentos de violación. Anna no tenía derecho ni posibilidad de expresar su tristeza y dolor, sus preocupaciones o ansias. Ella tuvo que autoreprimirse, pues, de lo contrario, habría sido ella calificada de débil e incapaz. Por temor a ser castigada, reprimió Anna a sus sentimientos y vivía constantemente angustiada por posibles errores en sus labores domésticas: Fallar o fracasar, protestar o criticar, llorar o quejarse,  no le estaba permitido. Las consecuencias de todo esto fue que Anna empezó a avergonzarse de sus emociones y “debilidades”; esto es, empezó un insano rechazo a sí misma. En Anna se fue configurando, finalmente, un complejo de culpa y de inferioridad, una falta de autoconciencia y de orgullo personal. Este aspecto de su dramática biografía, recuerda a la historia relatada en la película “Mädchen in Uniform” (cast. “Chicas en uniforme”) de 1958, cuyo director fuera el húngaro-norteamericano Géza von RADVANYI (1907-1986). La película se ambienta en 1910 y relata la vida de una joven aristocrática en un internado de señoritas en la ciudad de Potsdam (en la capital del hoy Estado Federado de Brandenburgo), en el que la máxima educativa rezaba: “Wie die Zucht, so die Frucht” (cast. “A través del específico adiestramiento, se obtiene al requerido comportamiento” ). El uniforme era el símbolo de la jerarquía, disciplina y obediencia (léase: sometimiento). [4]

IV.- Matrimonio y familia. “Herbstmilch / Leche de Otoño” para la nuera odiada:

A la edad de 18 años  (en la Primavera de 1936) conoció Anna a su futuro esposo Albert WIMSCHNEIDER que era tres años mayor. La familia de Anna se oponía al matrimonio- que tuvo lugar al 18 de Agosto de 1939-, no tanto porque ella era muy joven, sino porque su matrimonio significaba la pérdida de una fuerza valiosa de trabajo. El matrimonio fue para Anna, en parte fue ello así, una suerte de salvación, una posibilidad para salir de un infierno. Anna se mostró firme y consecuente con su decisión, lo que en la filosofía alemana de la Ilustración (Philosophie der Aufklärung) se denomina “Erziehung zur Mündigkeit” (cast. Educación hacia la autodeterminación que conlleva libertad, independencia y emancipación). Ella hizo respetar, por primera vez, su voluntad. Que ello fue un acto de protesta y de rebeldía hacia una toma de conciencia (alemán: Selbstbewußtwerdung), está fuera de toda duda.

A los pocos días de haber contraído matrimonio, fue Albert llamado a filas debido a la 2da. Guerra Mundial. Las exigencias de Hitler a alemanas y a alemanes “amor y entrega a la Patria”, “disciplina, trabajo y obediencia”, eran las exigencias. De las madres se esperaba que ellas dieran hijas, sobre todo hijos sanos y robustos, cuantos más mejor. Las mujeres fueron degradadas a máquinas para hacer hijos. No en vano cundía la idea de hacer feliz a Adolf HITLER, al “Führer” (cast. Caudillo o Guía) , dándole por lo menos un hijo, que era como dar un hijo a la Patria, a la nación alemana.

El matrimonio deparó a Anna nuevos problemas y dificultades, pues ella tuvo que vivir con su suegra, quien no estuvo de acuerdo con este matrimonio y vió en su nuera a una concurrente. La suegra no le perdonó “el haberle quitado” a su hijo único y mimado. (pág. 76). Con frecuencia hubo discusiones y malentendidos con la suegra; peor aún, insultos y vejaciones de su parte. Esta llegó a decirle: “...und dir werde ich lauter Herbstmilchsuppe geben. Du solltest verrecken müssen bei der Entbindung, denn du hast mir meinen Buben genommen”. (cast. „…y a ti daré a comer de la sopa de leche de otoño. Tú tendrás que sufrir y padecer hasta las últimas durante tus alumbramientos, pues tú te has llevado a mi hijo querido.” (pág. 87). En 1941, en el marco de unas cortas vacaciones del frente de combate, presenció Albert una conducta indigna de su madre, por lo cual aquél le exigiera que empacara sus cosas y abandonara la casa. A la suegra de Anna no quedó otra oportunidad para, enfurecida y decepcionada, liar a los bártulos y mudarse.

La “Herbstmilchsuppe” es muy conocida en Baviera. Se la prepara con la leche ordeñada de las vacas en los meses de Otoño (Octubre, Noviembre y Diciembre). La leche destinada para la sopa tiene que fermentar durante seis semanas, como mínimo. El proceso de fermentación produce la aparición del llamado Lactobazillus  (bacilo lácteo). Sus ingredientes adicionales son: Harina, papas en rodajas fritas, leche  y crema agrias, agua cocida. (pág. 115). Esta sopa tiene, por todo ello,  un sabor amargo y su color, debido a los ingredientes, es medio amarillo, medio verde. El color, el olor y el sabor de este “menjunje” pueden ocasionar náuseas. La sopa está destinada a enfermos, a los afectados por el desánimo, por la tristeza y la depresión.

Anna y su esposo Albert tuvieron tres hijas: Carola (*1941), Christine (*1949) y Monika (*1952). Sobre su propia vida opinó Anna: “Es ist schon ein hartes Leben, wenn man eine Zeitlang nur von Pech verfolgt ist, und man kann sich selber nicht helfen, weil die Umstände so sind. Bei mir war das ja wirklich schlimm gewesen“ (cast. “Es verdaderamente una vida dura, cuando se está perseguida o perseguido por la mala suerte durante largo tiempo y no se puede una o uno ayudar, porque así están dadas las circunstancias. En mi vida fue ello realmente terrible”. (pág. 111). Y ella no descuidó en formular un último anhelo: “...ein mal in meinem Leben möchte ich ausschlafen dürfen, nur ein einziges mal”. (cast....alguna vez en mi vida quisiera que se me permita tener la oportunidad para dormir larga y tendida, sin preocupaciones ni obligaciones; sí, siquiera tan sólo una vez en mi vida” (pág. 138). A comienzos de 1981, llegó a Anna esta oportunidad, cuando su esposo fuera jubilado y  la granja propia en Schwarzstein (Baviera) fuera vendida. Anna tuvo, entonces, tiempo para sí y para reflexionar sobre su existencia:  Ella decidió dejar un testimonio sobre su vida. Para la redacción, recurrió ella a una conocida periodista bávara. Anna WIMSCHNEIDER resumió su biografía como sigue: “Wenn ich noch einmal zur Welt käme, eine Bäuerin würde ich nicht mehr werden.” (cast. „Si yo viniera al mundo por una segunda vez, no volvería a ser de ningún modo una campesina.”, pág. 152). A comienzos de Enero de 1993, falleció Anna WIMSCHNEIDER en un hospital de la ciudad de Pfarrkirchen (Baviera) a causa de un ataque de apoplejía. Ella alcanzó los 73 años.

 

 

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Víctor BUENO ROMAN  (Lima, 1949) es filólogo, poeta y traductor peruano residente en Berlín. El escribe sobre temas literarios y político-sociales referidos a América Latina, a Alemania y al Cercano Oriente. Este su artículo inicia a una serie, cuya temática es la vida y la obra de mujeres, provenientes de diferentes continentes y países. La serie no guarda ningún orden ni cronológico ni geográfico predeterminado.

[1] WIMSCHNEIDER, Anna: “Hebstmilch”. Lebenserinnerungen einer deutschen Bäuerin. Deutscher Bücherbund, Stuttgart 1984, 152 Seiten. Existe una edición en castellano. Ver: WIMSCHNEIDER, Anna: “Leche de otoño”. Memorias de una campesina.  Círculo de lectores, Barcelona, 1994.

[2] Este es el caso, por ejemplo, de la excelente y genial novela “Berlin Alexanderplatz” (1929) de Alfred  DÖBLIN (1878-1957). A parte de los recursos a las técnicas narrativas en boga (cambio de perspectiva, simultaneidad, Stream of Consciousnees / Fluir de la conciencia, reportaje y montaje) , destaca la novela por su variedad estilística y por su originalidad en el plano del lenguaje. En la novela, que es un homenaje a Berlín, es el sociolecto berlinés el personaje central y una forma de savia literaria. La novela es una novela de lenguaje y, por tanto, intraducible, a no ser que sólo se busque como traductora o traductor, y se conforme la lectora o el lector, con una simple reproducción contenidista. De la novela existen dos versiones filmicas con el mismo título “Berlin Alexanderplatz”: a) Una de 1931 de Phil  JUTZI (1896-1946); y b) Otra de 1980 de Rainer Werner FAßBINDER (1945-1982).

[3] En la película de Vilsmaier, asumen los roles principales la actriz checa Dana VÁVROVÁ (1967-2009), como Anna WIMSCHNEIDER,  y el actor alemán Werner STOCKER (1955-1993), como su esposo Albert.

[4] El Internado estaba destinado a las hijas de la aristocracia y él las preparaba para su rol futuro como esposas, madres y amas de casa. En él no estaba permitido mostrar debilidad o sentimientos. El Internado devino una instancia marcial para la limpieza y para la depuración de toda emoción o empatía. El rol de la colegiala, que es hija de un oficial prusiano, es interpretado por la actriz austríaca Rommy SCHNEIDER (1938-1982). La joven Manuela von MEINHARDIS no oculta su lesbianismo por su maestra Elisabeth von BERNBURG (Lilli PALMER, 1914-1986). Manuela, por su “desviacionismo” (preferencia erótico-sexual) y osadía, se hace acreedora a burlas y sanciones. Ella  sufre y sucumbe ante la rigidez, disciplina y frialdad del sistema pedagógico y de las autoridades educativas de aquel entonces. La película tomó como base a la pieza dramática de la escritora, guionista y actriz alemana Christa WINSLOE (1888-1944) intitulada “Gestern und heute” (1930) (cast. “Ayer como hoy”). La literatura, como terapia, se da en esta autora que reflexiona sobre su propia vida. Su pieza teatral es, en gran parte, autobiográfica: Ella fue hija de un oficial prusiano, quedó tempranamente huérfana de madre, estuvo en un internado de señoritas y no ocultó sus preferencias lesbianas. Yo opino que ni la obra ni la película deben ser reducidas al tema exclusivo del lesbianismo, pues ello sería una mutilación (una castración literaria). La obra de Winsloe recurre a la función simbólica de dos extremos: En la perseverancia del militarismo prusiano en la insurgencia del lesbianismo como la “desviación” de las normas social y cultural aceptadas en una sociedad que se preparaba para la guerra.

 

 

 

 

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