José Luis Hereyra Collante

 
 
 

Elvia Chadid Jattin: La fertilidad de la imaginación

 

 
Uno de los más grandes talentos creadores del arte y la literatura de Sucre ha sido, es y será por siempre Elvia Chadid de Feris. Su imaginación de prodigio y su ilimitado y deslumbrante despliegue de vida y energía la hacen –lejos– la más importante mujer de las letras y el arte en toda la historia de nuestra región. Además, nadie ha abarcado tantos campos del saber y de la creación, y los ha conjugado en una obra coherente y con un sello de autenticidad tan personal e inconfundible como lo ha hecho ella en su labor de escritora, poeta, declamadora, compositora y cantautora.

 


    En Literatura, por ejemplo, ha manejado géneros tan duros, profundos y disímiles como la poesía, la epístola, la sátira socio-política (obras en su mayoría publicadas), y mantiene una profusa y fértil correspondencia literaria con instituciones culturales de España, Cuba y otros países, donde es altamente apreciada en su ser y en su obra, una demostración más de la miopía e ignorancia de esta sociedad “vacuna y pastoril” y del desgreño de gobernantes y dirigentes, muchos de ellos iletrados e indiferentes a sus más caros valores culturales y espirituales.
Elvia Chadid de Feris, asimismo, complementa su poesía con un sentido y estremecedor dominio de la declamación, temblor lírico que la hace deslizarse en su elemento natural hacia la Música, cuya labor excelsa de compositora y cantautora nos ha legado –en colaboración con su hermano, el siempre extrañado Fortunato– nuestro Himno de Sucre, es decir, nuestra esencia de pueblo, sueños y esperanzas aunados en un vehículo sagrado de amor y arte. Y, como guarda una universalidad mítico-raizal en su genética semita que ha atravesado todas las tierras del mundo, conjuga los susurros fantásticos de la inmortal Scherezada de sueños de almenares, castillos y genios, con la sangre del toro criollo que brama entre los estertores del sol sabanero y la música de bandas que rasga el aire de tres de la tarde, como en su porro “tapao”, premiado por Colcultura, “Soy sabanero”.
Elvia Chadid de Feris ha publicado:”De lo profundo a lo alto” (poesía), “Hola, camarada” (epístolas), “Colombia herida” (poesía) y “Colombia, estás en la olla” (sátira política). Tiene aún inéditas las obras de narrativa y poesía: “Érase una vez más otra vez”, “De poeta es mi alma” y “Buscando en la nada”.
También –y ese es el motivo literario y humano de este homenaje sincero– ha producido una importante obra novelística. Sí, tal como lo oyen: novelística; un “corpus” de cuatro novelas que se adentra también, con propiedad, en la “novela de ciencia-ficción” o “sci-fi novel”, ya que una de las labores con la cual la acompaño, además de la revisión de sus prodigiosos textos, es la traducción de estas nuevas novelas a la lengua natural de la ciencia-ficción: la lengua inglesa. Tengo una fe inquebrantable, una especie de intuición superior o revelación iniciática, en que estas obras pueden llegar muy lejos a nivel mundial –como obras literarias o guiones cinematográficos– ya que cargan una mezcla inefable de pureza, casi ingenuidad, a la manera del Jardín del Edén, y una convicción del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, y el triunfo final del corazón humano sobre éste último, todas las acciones cumplidas en el escenario del universo cósmico, con lo cual la autora cumple, en la escritura de su obra, aquel refrán español: “La imaginación hace cuerpo de lo que es visión”.
Y, curiosamente, subyace en esta literatura un gran humor, a veces humor negro, que produce una deliciosa sensación de bienestar, de sorna, de fina ironía inteligente, a la manera de Enmanuel Kant al decirnos: “La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”. Componen esta tetralogía novelística las obras: “Circulo de fuego”, monumental saga (por supuesto, de varias generaciones de una familia) de más de cuatrocientas páginas; y las novelas de ciencia-ficción “El país de las múltiples maravillas”, “Secuestro intergaláctico” y “Cerco satánico”. En estas novelas los solos nombres –inventados todos por la autora– suman ¡más de doscientos! Otro motivo pantagruélico y asombroso de esta fiesta de la imaginación, que nos hace recordar la profunda reflexión de Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Es posible. Pero, también, “La imaginación es la trascendencia última del conocimiento humano hacia un porvenir superior”, pienso yo.
5 de julio de 2011

  

José Luis Hereyra Collante
Escritor colombiano
 
 
Coordinador Nacional de Bilingüismo
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