HISTORIA, SOCIEDAD Y  MUJERES

 

II

 
María Elena MOYANO DELGADO

 

 

Víctor BUENO ROMAN

Berlín

 

“Me siento muerta, / ya no soy la de antes.” Sobre María Elena MOYANO DELGADO (1958-1992, asesinada) y su libro póstumo “En busca de una esperanza” (Lima, 1993)

 

 [1]

 

/ para mi abuela paterna Sara BARRANTES MATOS de BUENO, negra y lavandera, in memoriam /

 

 

Resumen:  María Elena MOYANO DELGADO nació en Lima al interior de una familia numerosa. Ella fue una activista social y  luchadora por los Derechos Humanos, particularmente por los Derechos de la Mujer. Ella residió en la ciudad autogestionaria de  “Villa El Salvador” (fundada en 1972 y ubicada al sureste de Lima), cuyos proyectos sociales fueran la respuesta contundente al carácter antipopular y neoliberal de los gobiernos del General Francisco MORALES BERMÚDEZ (1975-1980), de Fernando BELAÚNDE TERRY (1980-1985) , de Alán GARCÍA PÉREZ (1985-1990) y de Alberto Kenya FUJIMORI (1990-1995, 1995-2000). Ella se opuso a todo diálogo o a cualquier cooperación con el Partido Comunista del Perú, “por el  Sendero Luminoso de Mariátegui” (PCP-SL) que, en la década de los ochenta, aplicara métodos de terror y violencia en su proclamada “Guerra Popular del campo a la ciudad”, al estilo del líder comunista Saloth SAR, más conocido como Pol Pot (1925-1998) y de sus Khmers Rouges de Camboya o Kampuchea (también Kamboscha). María Elena no se dejó intimidar ni por los gobiernos de turno ni por las amenazas del Senderismo. Al 15 de Febrero de 1992 fue María Elena MOYANO DELGADO abaleada por un comando terrorista de esta agrupación durante un acto cívico en “Villa El Salvador” y su cuerpo fue descuartizado por cartuchos de dinamita.

I.- “De mi niñez recuerdo a mi madre trabajando, / a mis hermanos enérgicos en nuestra educación, la tristeza de / no tener a mi padre cerca.” Niñez y Juventud

María Elena MOYANO DELGADO fue una activista social y defensora de los Derechos de la mujer en Lima, ciudad fundada por los conquistadores españoles en 1535 como Capital del Virreynato del Perú y, desde entonces, llamada “Ciudad de los Reyes”.  En Lima se dan cita lo aristocrático tardío y lo plebeyo, la gracia y la lisura, la replana y el bullicio, la agresión y la criollada, la fanfarronería y la improvisación. Lima es la urbe de zonas residenciales y suburbios, de hacinamientos [2] y tugurios [3], de cerros pelados y gallinazos, de la “Hermandad del Señor de los Milagros” y del turrón de Doña Pepa, así como de un río llamado Rímac (quechua: “el que habla”) , “mudo” en verano, pero “locuaz y parlanchín ” en invierno. En el distrito y balneario de Barranco, nació la señora Moyano Delgado al 29 de Noviembre de 1958. Su madre fue Eugenia DELGADO CABRERA, lavandera, y su padre fue Hermógenes  MOYANO DELGADO. Ella tenía dos hermanas ( Narda y Martha) y cuatro hermanos (Rodolfo, Raúl, Carlos y Eduardo): “Hasta la edad de cinco años conservo bonitos recuerdos de mi padre y de mi familia. Vivíamos en Surco, en una casa cerca al parque y a mi colegio. Lo mejor de mi infancia fue el tener a mis padres juntos y mi vida en el colegio.” (pág. 69). Los padres de María Elena se separaron cuando ella tenía apenas cinco años.

María Elena vivió inicialmente en los barrios limeños de Barranco y de Surco, al sur de Lima. Ella se trasladó a la “Ciudad Autogestionaria de Villa El Salvador” en 1972. ¿La razón? Deudas por alquiler y consecuente desahucio. María Elena y su familia tuvieron  que abandonar la casa a fortiori. El Juez de Desahucio no se compadeció ni por la numerosa familia ni por su situación precaria.

De su niñez guardaba María Elena gratos recuerdos. Ella iba con gusto y buen ánimo a la escuela estatal: “Asistí a la escuelita del parque. Sólo recuerdo el nombre de mi profesora: René. Mi primaria la hice  en un colegio fiscal. Mi profesora se llamaba Asunción, era muy buena. Nunca pude sacar un diploma, pues era muy inquieta, ni podía estar como mis hermanos pegada a los libros. Pero nunca repetí el año escolar. Estaba en el grupo de las más palomillas de la clase, siempre haciendo travesuras. “ (págs. 69-70). A los quince años terminó la secundaria en el colegio estatal “Jorge Chávez” de Surco. Ella fue apoyada por sus hermanos para que cursara estudios universitarios. María Elena estudió cuatro semestres de Sociología  (ver págs. 69 y 72) en la Universidad Particular “Inca Garcilaso de la Vega” de Lima: “En la universidad aprendí parte del materialismo histórico y el materialismo dialéctico, la lucha de clases, etcétera. Entonces ya me cuestionaba a mí misma: no comprendía por qué tanto nos esforzábamos nosotros los pobres por estudiar, por conseguir trabajo y no lo podíamos hacer. Cuál era nuestro problema: ¿la incapacidad, o qué? Me hacía muchas preguntas y llegó un momento en que empecé a cuestionar si existía Dios o no, y si existía ¿por qué  permitía que tantos niños se mueran de hambre y por qué existían tantos jóvenes frustrados?” (pág. 74).

II.- “Vivía en un cuarto de esteras en la casa de mi madre. Mis hermanos estaban sin trabajo; yo mal de salud por el embarazo...” . Matrimonio y Familia

María Elena MOYANO estuvo de novia con Gustavo PINEKI, con quien ella contrajera matrimonio después de una relación de cinco años. Ella estaba muy joven y carecía de trabajo, pero acariciaba un gran deseo para tener familia: “Decidí entregarme a él, tener un hijo. Tenía la intención de tener un niño. No lo puedo entender, pero quería un hijo para formarlo y educarlo y darle todo lo que yo no pude tener: una familia con un padre ejemplar. Salgo embarazada. Yo no quería casarme, e incluso no quería que Gustavo se responsabilizara de mantenerlo, pues Gustavo pasaba por problemas económicos. Era el mayor de siete hermanos huérfanos y su padre estaba en la cárcel; tenía una hermana embarazada que mantener. En fin, toda una familia bajo su responsabilidad. Yo ya era demasiado. “ (pág. 81). La madre de María Elena habló con Gustavo y lo convenció para que éste casara a su hija. El matrimonio tuvo lugar al 28 de Marzo de 1980. De su madre, recuerda María Elena, a estas palabras: “Si yo no tuve suerte para el matrimonio, si no tuve la suerte de casarme de blanco, ustedes mis hijas tendrán que salir de blanco  de esta casa.” (págs. 81-82) . Aquí se ve que no es la voluntad y el deseo de María Elena lo que cuenta para el matrimonio y la fundación de una nueva familia, sino es el dolor y la frustración de la madre que desea lo mejor para sus hijas, manteniéndose aquélla, ciertamente, dentro de los cánones de la religión y de la tradición.

María Elena vivió una contradicción interna. De un lado sentía ella mucho amor por su esposo y quería complacerlo; es más, era su familia un largo y acariciado sueño. De otro lado, no habían disminuído ni su entusiasmo ni su interés por el trabajo político y social: “Cuando vivía en Barranco o en Surco me sentía inútil.” (pág. 70). La contradicción, al parecer insoluble, quedó así  fijada entre Familia o comunidad: “Recuerdo momentos de peleas, de subordinación absoluta a mi esposo. Vivía tan sólo para cocinarle, pero a él no le gustaba mi sazón y lloraba por ello. No comía para guardarle lo mejor a él, lo mejor, y para que nunca me vaya a reprochar que él mantenía a mi familia.” (pág. 83).

Durante el primer tiempo vivieron Gustavo y María Elena en la pequeña casa de la mamá. Esto fue complicando, inevitablemente, a la vida de pareja, pues era Gustavo el único que trabajaba y sostenía a toda la familia, no obstante tener a otros hermanos necesitados. Entre Gustavo y María Elena surgieron, por tanto, tensiones y comenzaron las fuertes discusiones.  A fin de distender a esta situación, molestosa y peligrosa por demás, decidió la joven pareja buscarse un propio departamento. María Elena y su esposo tuvieron suerte y encontraron un departamento en el barrio noble de Miraflores, cerca del mar, del Océano Pacífico: “Entonces se presenta la oportunidad de vivir solos. Hay una guardianía en Miraflores; nos daban un departamento en la azotea de un edificio a cambio de cuidar el edificio y mantenerlo limpio. Ocho meses vivo en ese departamento, haciendo de ‘madre y esposa ideal’, pero no pude soportar la indiferencia de la gente. Cada uno vivía su vida; ni siquiera conversaba con alguien. Sólo amanecía para cuidar a  mi hijo y esperar el regreso de mi esposo. Recuerdo que durante todos esos años me sentía, por un lado, feliz por mi familia, pero, por otro, me sentía totalmente frustrada como persona. Extrañaba Villa El Salvador, sus reuniones, los vecinos, la vida de mi pueblo.” (págs. 83-84). Después de esta constatación y después de ocurrido un desagradable acontecimiento, no duró mucho hasta que María Elena y su familia retornaran a Villa El Salvador: A Gustavo se acusó de robo, pues de la azotea había desaparecido vestimenta que la vecindad había tendido para que aquélla secara: “Sólo bastó un pretexto: un día roban de la azotea la ropa tendida de los vecinos del edificio y una señora me gritó, me insultó haciendo alusión a que podrían ser mis cuñados o mi familia que me venía a visitar. Me enfureci por creer que mi familia podía robar una ropa.” (pág. 84). El joven matrimonio tuvo que abandonar en 1973 al departamento de Miraflores. Por este tiempo, habían sido fundados los “Clubes de Madres” en Villa El Salvador. María Elena se hizo miembra de uno de esos clubes: “Esa experiencia me ayudó mucho para entender los problemas de una mujer. Comencé a tomar conciencia sobre el papel de la mujer, la marginación. El hecho  de que la mujer, a pesar de trabajar fuera de la casa, tiene que asumir las tareas del hogar. Comprendí cuán machista era mi marido y empezaron las peleas constantes para que él también asuma algunas tareas del hogar.” (págs. 84-85). A través de esos clubes y del contacto con otras mujeres y madres de familia, obtuvo María Elena nuevos conocimientos acerca de la situación de la mujer en la familia y en la sociedad; es más, pudo ella constatar que los problemas no comienzan ni acaban al interior de la familia, sino que están las causas en el sistema social y económico, así como en la mal concebida y aplicada educación de niñas y niños, de chicas y chicos. María Elena comprobó, cómo estaban las mujeres de discriminadas en una sociedad dominada por el machismo y por el patriarcalismo.

III.- “¡Derechos exigimos y limosnas no pedimos!”.  Adultez: La vida cotidiana en la “Ciudad Autogestionaria de Villa El Salvador”

“Villa El Salvador” era un lugar inhabitado y dificilmente habitable: Había arenales por doquier y sus pequeñas colinas estaban desérticas. Ventisqueros y polvaredas se tenía que soportar con frecuencia. Ni instalaciones de agua potable o de desagüe ni tendido eléctrico había en la cercanía. Allí se establecieron muchas familias que, huyendo de la miseria y de la inseguridad, querían construirse una nueva existencia. Los primeros pobladores fueron trabajadores fabriles y artesanos, maestras y maestros empobrecidos, ex-campesinos y desocupados. “Villa El Salvador”, ciudad fundada en 1972, devino un nuevo cinturón de pobreza. Sus primeros moradores fueron familias que habían sido marginadas del bienestar social, excluídas de las oportunidades de trabajo y de educación. Su situación era resultado de la injusticia social y de la falta de oportunidades. Sus justas luchas y sus legítimos reclamos fueron, más tarde, criminalizados por los gobiernos de turno y por la policía.

Los cinturones de pobreza [4], primeramente llamados “Barriadas” y después “Pueblos Jóvenes”, surgieron en el Perú en los años cincuenta y fueron incrementados en los años sesenta. El hacinamiento urbano en la capital, la falta de vivienda, las fuertes migraciones del campo a la ciudad debido al empobrecimiento del agro, dieron origen a las invasiones de terrenos que culminaron con la fundación de las numerosas barriadas en Lima. [5]. A fin de obtener un techo sobre la cabeza y un abrigo que brindaran las “cuatro paredes”, tuvieron lugar las invasiones [6] de terrenos abandonados o cuasi abandonados, sobre los cuales fueron construídas chozas y cabañitas. Los terrenos eran eriazos e inhóspitos. Ellos se encontraban a las afueras de Lima, adonde no llegaban medios de transporte. El suelo constaba de piedras o cal, de arena o cascajo. Paredes y techos estaban conformados por esteras, cartones o lata. Posteriormente, fueron empleados adobe y barro, quincha, cáñamo y gramalote. Muchos años después, con denodado sacrificio, se esforzarían muchas familias para reemplazar a la construcción pobre e improvisada por ladrillo y por planchas de cerámica de eternit. Así se convirtieron las casas en saunas durante el verano; y  en iglu, durante el frío y la humedad del invierno. Cuenta María Elena: “Los primeros meses todos tratamos de parar nuestra casa de esteras y de palos. Llegamos a tener varias habitaciones de estera.” (pág. 70).

La voluntad, el esfuerzo individual y/o mancomunado, hicieron posible a la creación y al mantenimiento de un nuevo habitat. La vida cotidiana creaba o reforzaba vínculos, la cercanía y problemas comunes fomentaban  a la cooperación y a la solidaridad. Problemas de agua potable fueron resueltos, primeramente, con el suministro a través de camiones cisternas que repartían agua a cambio de dinero. El agua era acumulada en galoneras, baldes, cilindros o tinas (bañeras) dadas de baja. Ya que no había fluído eléctrico, alumbraba la gente a sus hogares con velas, lamparines a kerosene o lámparas a gas. No había calles ni pavimento, tampoco había mercado, parques, zonas verdes o escuelas. La población tenía que comenzar desde una “Hora Cero” y sentar las bases para la creación de una urgente y necesaria infraestructura. La habilidad y el pragmatismo, la solidaridad y la inventiva, fueron los aspectos dominantes para la acción “desde abajo”. No valía tanto la teoría, sino la práctica: “¿Qué queremos?”, “¿Qué necesitamos?”, “¿Cómo lo logramos?”, “¿Quiénes participan?”, “¿De cuánto tiempo disponemos?”. Sobre el tema,  cuenta María Elena su propia experiencia: “En la noche recién terminamos de hacer la choza. Eran cuatro esteras como un cuadrado y una encima. Recuerdo que hacía mucho viento y de noche casi se salía el techo de estera. Era todo oscuro y sólo se escuchaba el silbido del viento. No teníamos ni vela. Toda la noche mi hermana y yo no dormimos. Yo, al igual que mis hermanos, le decíamos a mi madre que esto era horrible, le decíamos ‘ ¿y ahora qué hacemos?’, pero mi madre sólo pensaba que al fin nadie nos iba a botar de las casas alquiladas y que aquí algún día construiríamos nuestra casa. Ella nos indicaba dónde estaría el baño, la sala, el dormitorio. Nos decía que todos tendríamos un dormitorio, y si no alcanzaba el sitio, que haríamos una escalera de caracol para hacer más dormitorios en el segundo piso.” (pág. 70). María Elena heredaría de la madre su entusiasmo y  optimismo que serían subsumidos en la sentencia romana: Per aspera ad astra (cast. “por sobre los ásperos caminos hacia las estrellas.”).

Desde su juventud, participó María Elena en diferentes programas de ayuda y de asistencia social. Ella formó parte, primero como miembra y posteriormente como Presidenta entre 1973 y 1975, de la agrupación de jóvenes llamada “Renovación”. Esta asociación juvenil se trazó como meta el prestar ayuda y el ofrecer información a las familias sobre temas de la vida cotidiana. El trabajo era hecho gratuitamente y por convencimiento. Se había reconocido la importancia que tienen la solidaridad, la cooperación y el intercambio de experiencias en el marco de la comunicación y de la interacción social: “Eramos cincuenta jóvenes de diferentes grupos residenciales que nos desligamos de la parroquia para irnos a reunir en el local comunal. (...) Éramos sólo jóvenes de convicción cristiana y comprometidos con nuestra comunidad. No había adulto que nos ayudara o influyera; sólo éramos jóvenes  con ganas de hacer algo por nuestra comunidad. Ayudábamos a los dirigentes, cantábamos y actuábamos antes de las asambleas generales, mientras se juntaba la vecindad  para debatir los problemas. Los temas para las obras salían de nosotros mismos.” (pág. 73).

María Elena MOYANO, como adulta, continuó con sus postulados y metas juveniles en pro de la Paz, de la Justicia y de la Democracia. Como moradora de Villa El Salvador (Sector 3, grupo 18,  Manzana P, Lote 15, ver pág. 69) no vaciló María Elena para denunciar a la policía y a otras autoridades del gobierno por abuso del poder. La creciente arbitrariedad y la represión organizada del gobierno de Alberto Kenya FUJIMORI, por ejemplo, así como la cada vez amenazante política intimidatoria de “Sendero Luminoso”, no impidieron a su labor social y de esclarecimiento en Villa El Salvador. El movimiento social en la “ciudad autogestionaria” quedó atrapado entre la violencia represiva del Gobierno fujimorista y el terror del dogmatismo senderista.

En el Perú se vivía una guerra sucia [7]. Los  orígenes de esta “guerra antisubversiva” tuvieron lugar bajo las dictaduras del General Jorge Rafael VIDELA en Argentina (1976-1981) y del General Augusto PINOCHET UGARTE (1973-1990) en Chile. Los planes de limpieza y exterminio de la oposición, típicos del fascismo y del nazismo, confluyeron en la así llamada “Operación Cóndor”, en la cual participaron otras dictaduras latinoamericanas: “Estamos viviendo una guerra sucia. En nombre de la democracia se viola a mujeres, se detiene a dirigentes populares, se arrasa con poblados enteros. Uno de los bandos, que dice luchar por el pueblo, también asesina a dirigentes populares e impone sus ideas por la fuerza, adoptando una posición autoritaria, vertical y de terror.” (págs. 19-20). Los reclamos de las organizaciones sindicales, sociales y populares de Villa El Salvador, fueron tipificados por el Gobierno y por la policía como actos perturbadores del orden y de la paz social.  De su lado, intentaba “Sendero Luminoso” infiltrar a esas organizaciones populares a fin de ganar militantes y simpatizantes para su así llamada “Guerra Popular” que, sobre la base de las enseñanzas de Stalin, Mao Tse-tung y Pol Pot, propalara Abimael GUZMÁN REYNOSO (seudónimo o nom de guerre “Presidente Gonzalo”, capturado en Septiembre de 1992 y condenado a cadena perpetua desde Octubre del 2006). El “Presidente Gonzalo” era, es,  considerado por sus seguidoras y seguidores- al lado de Marx, Lenin, Mao y Stalin-, como la “Quinta espada del Marxismo-Leninismo.”  

IV.- “ En Villa El Salvador pasé lo mejor de mi vida”. Derechos Humanos, conciencia social y praxis política

Una de las actividades que permitiera a María Elena la  exposición de su entusiasmo comunal y de su  convición política fue un trabajo como tutora de niñas y niños. Ella asumió una tarea como Jadinera para infantes entre los tres y cinco años: “La idea de hacerme maestra, me alegró mucho” (pág. 75). Esta nueva actividad estuvo incluída dentro de un programa no estatal para la educación infantil. Este proyecto fue iniciativa de la comuna y fue propuesto y aprobado durante una asamblea popular. La responsabilidad y la dirección del proyecto recayó sobre María Elena MOYANO: “ Empecé a trabajar, en el grupo, con los niños durante las mañanas. Recuerdo que no teniamos nada. Los niños se sentaban en piedras o ladrillos. Mi enamorado, Gustavo, trajo un día unas maderas  y me hizo una mesa. Eran maderas largas en forma de círculo y los niños ya tenían dónde dibujar y pintar.“ (pág. 75).

En 1977 fue María Elena nombrada Coordinadora Pedagógica, pero sin bonificación. Los problemas comenzaron con el gobierno del General Francisco MORALES BERMÚDEZ (1975-1980) que nombró a otra persona “de confianza” como coordinadora, cargo que sí era remunerado. La respuesta de María Elena y de sus compañeras no se hizo esperar. El malestar y la protesta culminaron con la ocupación de las instalaciones de enseñanza: “En ese tiempo yo ya estaba convencida de que tendría que cambiar la sociedad para que acaben las injusticias en el pueblo. “ (pág. 77). El trabajo político, la organización de la protesta y la resistencia condujeron a que María Elena MOYANO dedicara más tiempo a estas obligaciones: “A partir de entonces esta etapa en mi vida me marca mucho.Ya no vivía más en mi casa: vivía en el colegio (...) Dejé a mi familia. Durante todo el tiempo de la huelga tenía otra familia.” (págs. 77-78).

En el año 1986 fue María Elena elegida Presidenta de la “Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador” (FEPOMUVES). En Mayo de 1988 fue confirmada en su puesto. La Federación resultó de la Primera Convención de Mujeres organizada en 1983. En 1989 formó María Elena parte de la lista de “Izquierda Unida” (IU) para las elecciones comunales y fue elegida Teniente Alcalde (Vizeregidor Comunal) de Villa El Salvador. Alcalde de la capital Lima resultó el abogado, y conocido defensor de los Derechos Humanos, Alfonso BARRANTES LINGÁN (1927-2000), candidato de la IU. [8]

V.- “La revolución no es muerte ni imposición ni sometimiento ni fanatismo.” ¿Sendero Luminoso o el modelo de Villa El Salvador?

A partir de la década de los ochenta se vivió en el Perú una situación sumamente crítica marcada, de un lado, por la política neoliberal dictada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por el Banco Mundial (BM); de otro lado, por la violencia  de Sendero Luminoso y por la represión policíaco-militar que se incrementara a partir de 1990, durante el primer gobierno de Fujimori: “El Perú es un país con muchos problemas: problemas de carácter político, social, económico, moral; problemas que atraviesan todas y cada una de las estructuras del aparato del Estado. El Perú es uno de los países con mayor número de detenidos y desaparecidos en el mundo, según informes de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y de Amnistía Internacional.” (pág. 52).

El Partido Comunista del Perú, “Sendero Luminoso” (PCP-SL) fue una separación del Partido Comunista “Bandera Roja” de tendencia maoísta, cuyo Jefe fuera Saturnino PAREDES. “Sendero Luminoso” era uno de los comités departamentales del PC-Bandera Roja en Ayacucho. Durante un congreso en la ciudad de Huancayo (Departamento de Junín) a fines de los años sesenta, decidió Abimael GUZMÁN REYNOSO, profesor de filosofía en la Universidad de San Cristóbal de Huamanga (Departamento de Ayacucho), romper con la dirigencia nacional del PC-Bandera Roja, que a su vez fuera un desprendimiento del Partido Comunista Peruano, “Unidad” (PCP-U) de tendencia moscovita. Las actividades del PCP- SL, después de esa ruptura,  se concentraron en lo académico. Se fue ganando adeptos bajo la consigna de “gratuidad de la enseñanza”. El trabajo de “concientización” se dirigió hacia intelectuales, maestros y estudiantes. De ahí su conocida tesis de “Conquista y defensa de la Universidad” en los años setenta: La institución universitaria devino “foco revolucionario”. La lucha de clases fue trasladada y reducida, así, al aula universitaria. La ideología senderista se desligó, de esta manera, del campo, de la fábrica y de los sindicatos. Los enemigos de clase no eran el Imperialismo, la burguesía y el Capital, sino la Ley Orgánica de la Universidad Peruana 17437 (1969), el “Gobierno fascista” del General Juan VELASCO ALVARADO (1968-1975), la Reforma de la Educación  Peruana (1970), la Ley General de Educación 19326 (1972), el Consejo de la Universidad Peruana (CONUP), los Rectores, los Consejos y Directores Universitarios. La vanguardia revolucionaria no era ni el campesinado ni la clase obrera, sino un grupo de intelectuales, el estamento académico de Profesores universitarios, los Centros Federados, los  Consejos y Delegados Estudiantiles. [9]

Sendero declaró la guerra a los gobiernos de García Pérez (APRA) y de Fujimori  (“Cambio 90”) e inició sus actividades en el departamento de Ayacucho (sureste de Lima). Su primera acción con resonancia nacional  fue el asalto a un local electoral en 1981 en el pueblo de Chuschi. Sendero recurrió, posteriormente, a la simbología tomada de la fauna: Perros fueron secuestrados y  liquidados. Sus cadáveres fueron colgados de los postes de alumbrado público y se les adjuntaba una “hoja informativa” , que era una “advertencia” o una “amenaza de muerte” para los “traidores del pueblo”, para los “cómplices y agentes” del gobierno.

Sendero por un lado; por el otro, las mujeres en Villa El Salvador. De un lado el terror y el reclutamiento forzado, la jerarquía y el autoritarismo; de otro, el diálogo y el convencimiento por persuación, la igualdad de deberes y derechos a través del principio de “rotación” y de la democracia participativa. Ante el hambre, la miseria y la desocupación se hicieron propuestas concretas en Villa El Salvador. Una de esas propuestas fue la creación de los “comedores populares”. Asimismo, decidieron las mujeres participar para el control de precios, medidas y pesos en el comercio, a fin de contrarrestar a la estafa y a la especulación. Una de las medidas que causó gran impacto y ganó mucha simpatía fue el programa del “vaso de leche” para niñas y para niños en edad escolar, para gente muy necesitada (ver págs. 33-34). La señora Moyano Delgado fundó con sus compañeras 1.5000 “Comités del vaso de leche” y 800 “Comedores Populares” (ver pág. 39). Estos programas de ayuda y asistencia, que perseguían asegurar a la supervivencia (ver págs. 21, 33 y 35), fueron parte del “Plan de Emergencia de Alimentación y Salud” elaborado en 1984 por el Municipio limeño. La Ley Nr. 24059 del 06 de Enero de 1985 dio garantías para la  aplicación de ese proyecto. Y la Ley Nr. 25307, aprobada por el Parlamento al 15 de Diciembre de 1990 y promulgada en Febrero de 1991 como “Ley de Apoyo a la Labor Alimentaria de las Organizaciones Sociales de Base” (ver pág. 60), fue el reconocimiento oficial del carácter social y humanitario de los proyectos en Villa El Salvador. Los programas “vaso de leche” y “comedores populares”  significaron para las mujeres de Villa El Salvador un nuevo campo de acción (ver pág. 20). Ya que se trataba de dialogar sobre los programas, de intercambiar experiencias, tuvieron las mujeres la oportunidad para abordar temas familiares. Así se comenzó a tematizar los conflictos con los esposos en los respectivos hogares. Los comités de madres y las organizaciones femeninas contribuyeron al esclarecimiento y a la toma de conciencia en Villa El Salvador (ver págs. 26-27, 34). La Federación de Mujeres sirvió para el análisis de la situación político-laboral en general; de la mujer, en particular. Esa Federación cobijaba a setenta organizaciones de mujeres. Un tema frecuente de discusión fue, cómo responder a la presión y a las amenazas de “Sendero Luminoso” contra dirigentes populares, contra madres y  defensoras de los derechos de la mujer: “...la derrota de Sendero tiene que ser política e ideológica.” (pág. 52)

Villa El Salvador fue un “Centro Piloto” para el aprendizaje y para la práctica de la tolerancia y  de la solidaridad: “En Villa El Salvador, desde su creación, he vivido muchos momentos de aprendizaje. Villa El Salvador ha sido una escuela, un lugar de formación para muchas personas, para muchos líderes. Además siento que Villa es de alguna manera la esperanza del Perú.” (pág. 22). Los principios de democracia participativa y justicia, de respeto por la dignidad humana  y el fomento de la  igualdad de derechos entre mujeres y hombres, fueron practicados e hicieron posible, con el tiempo, su despegue material y económico. El reconocimiento internacional a esta filosofía y competencia social se puso de manifiesto. En España se le otorgó el “Premio Príncipe de Asturias” en 1987 y se la proclamó “Ciudad Mensajera de la Paz”. Y en 1992, durante una visita del ex-Secretario General de las Naciones Unidas Javier PÉREZ de CUÉLLAR, se la llamó y reconoció oficialmente como “Ciudad Mensajera de la Paz y el Desarrollo” (ver pág. 23).

Las mujeres de Villa El Salvador crearon al modelo de “Autogestión”. Ello significaba más autonomía e independencia en sus proyectos y actividades. Las mujeres buscaban no estar dependientes ni del gobierno ni de la iglesia, tampoco de partidos políticos. Para ellas era la autonomía un bien valioso (págs. 31-32). Ellas  pretendían demostrar a gobernantes, a hombres y a agrupaciones políticas- sobre todo a Sendero Luminoso”-, que estaban en la capacidad para, a través de la “autogestión”, afrontar a los desafíos de la situación social y de la vida cotidiana. Proyectos como los del “vaso de leche”, de los  “Comités Populares de Defensa del Consumidor”, de los “Comités de Madres y Mujeres”, de los “Talleres populares”, de los “Comités de Sanidad y de Esclarecimiento Sexual” (ver pág. 44) fueron la respuesta de los “de abajo” en Villa El Salvador. Y en cuanto a la democracia participativa y a la toma de responsabilidades, se pusó en práctica al principio de “rotación”, de modo que nadie fuera afectada o afectado por sobrecarga, marginación o desventaja. (ver págs. 32-34).

“Sendero Luminoso” intensificó a su adoctrinamiento y a sus amenazas. Sus partidarias y partidarios intentaron, varias veces, apoderarse de la dirigencia de los comités de madres y de las organizaciones femeninas. La violencia maniqueo-senderista (“o bien estás con nosotros o contra nosotros”) provocaron las primeras víctimas: Entre 1981 y 1991 fueron asesinadas tres dirigentes populares. Las amenazas y los atentados contra las amigas y compañeras de María Elena fueron incrementados. Moyano Delgado se mantenía firme y consecuente: “Si yo tengo el coraje es porque las mujeres de la Federación me lo han dado.”  (pág. 51)

En 1988 amplió Sendero sus operaciones hacia los centros urbanos. El miedo y la angustia de ser alguna vez víctima de paramilitares o de senderistas, cundía entre las pobladoras y los pobladores de Villa El Salvador. Con sus acciones, insistía Sendero en desacreditar a Moyano Delgado y a toda la dirigencia popular en Villa El Salvador, a fin de obtener un apoyo general entre indecisos y desesperados, entre confusos y frustrados: “Hasta hace un tiempo yo pensaba que ‘Sendero’ era un grupo equivocado y que, de alguna manera, intentaba luchar por lograr alguna justicia. Pero cuando mataron al dirigente obrero Enrique Castilla tuvieron todo mi repudio. Sin embargo, yo no me atrevía a condenar esta actitud terrorista de ‘Sendero’. Ahora han tocado a las organizaciones de base, donde están los más pobres (Moyano Delgado se refiere aquí al dinamitazo del Centro de Acopio, propiedad de  la Federación de Mujeres, que abastecía a 90 comedores populares, VBR). ¿Por qué? ¿Quiénes son los que están en los comedores y en el Vaso de Leche?: los que no pueden comer en su casa. Entonces yo no entiendo a este grupo desquiciado. ¿Acaso pretenden socavar este tipo de organizaciones y que avancen más los niveles de desnutrición y de muerte?” (págs. 49-50).

El nuevo gobierno del Ingeniero Agrónomo de origen japonés Alberto Kenya FUJIMORI (1990-1995), que llegara al poder con su Alianza Electoral “Cambio 90” y que fuera apoyada por algunos grupos de izquierda con el propósito de impedir al triunfo del escritor y político neoliberal Mario VARGAS LLOSA, promulgó medidas de ahorro y recortó la ayuda material que por Ley correspondía a los proyectos creados por las mujeres en Villa El Salvador (ver pág. 36). Su plan para combatir a Sendero y, así, llevar al final lo que Alán GARCÍA PÉREZ como Presidente no lograra, implementó Fujimori a su aparato represivo [10] que cometiera, posteriormente, una constante violación de los Derechos Humanos. La insurgencia y el terror senderistas acarrearon más terror en la lucha contrainsurgente del Estado y viceversa. Fujimori aplicó una política autoritaria y otorgó poderes omnímodos a su Jefe de Seguridad e Inteligencia Vladimiro Lenin MONTESINOS. Con Fujimori y Montesinos, con el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y con las Operaciones Especiales de Inteligencia (OEI) [11] comenzaron la arbitrariedad y represión contra dirigentes sindicales, magisteriales y universitarios, se dio inicio al secuestro sistemático y al asesinato selectivo. La oposición fue perseguida, a fin que el Presidente Fujimori pudiese implementar a su política neoliberal y antipopular (el “fujishock” o “paquetazo de agosto del ‘90”, pág. 36) que más bien se temía del novelista Vargas Llosa, cuya simpatía por Margaret Hilda  THATCHER y la adhesión a sus ideas son bastante conocidas: “Estamos sufriendo, por un lado, la situación económica producto de una política neoliberal que está oprimiendo y aplastando al pueblo y a los más pobres. Por otro lado, junto a lo anterior, las fuerzas militares están violando los derechos humanos. Hay miles de muertos en este país que no se pueden olvidar.”  (pág. 63).

En 1992 disolvió Fujimori al Parlamento, suspendió a las garantías y a los derechos constitucionales y llamó en 1993 a un Referendum para aprobar su nueva Constitución que le permitiera a su reelección en 1995. A mediados del 2000 intentó Fujimori una nueva modificación de la Carta Magna para ser reelegido por tercera vez. Al retirar Alejandro TOLEDO MANRIQUE, economista formado en Harvard, su candidatura para las elecciones presidenciales, se autoproclamó Fujimori como vencedor. En el 2001 salió éste de gira y se dirigió a Japón, de donde no regresó porque se lo acusaba de fraude electoral, de violación de Derechos Humanos, de corrupción y del fomento de grupos paramilitares.

A María Elena se acusó de ser agente del gobierno, de ser corrupta y de haber cometido despilfarro en perjuicio de las organizaciones en Villa El Salvador : “Hace un año, El Diario (Moyano Delgado se refiere a un matutino que devino vocero de Sendero Luminoso, VBR) atacó a la Federación de Mujeres y también a mí. Decían que somos un colchón del sistema y que no reivindicamos ni revaloramos a la mujer, porque ésta se emancipa sólo con la guerra. Que somos asistencialistas. Que yo soy una ‘revisionista’ y estoy manipulando a las mujeres” (pág. 49). Se la amenazó de muerte, si no desistía de sus labores y si no abandonaba para siempre a Villa El Salvador (págs. 54-57). Ella viajó a España invitada a un ciclo de conferencias. Cuando retornó María Elena a Perú, vió con tristeza y pesar que su obra en Villa El Salvador había sido destruída y que parte de la población era víctima de la desconfianza y de la cizaña: Entre las mujeres, sobre todo, cundía la desavenencia respecto a si se cooperaba con Sendero Luminoso o no. Al 15 de Febrero de 1992 fue asesinada María Elena MOYANO DELGADO durante una actividad cívico-popular del “Vaso de Leche” en Villa El Salvador. Posteriormente, se supo que los victimarios- entre los cuales hubo mujeres- pertenecían a Sendero Luminoso [12]. La editora y compiladora Miloslavich Túpac escribió en Diciembre de 1992 como presentación de la biografía de Moyano Delgado: “Su asesinato impactó al país entero. Su entierro representó una de las expresiones multitudinarias que el país recuerda. Cerca de trescientas mil personas acompañaron el féretro, en lo que representó la muestra más contundente de repudio al terror de Sendero Luminoso. ¿Por qué su muerte? Ciertamente ella representaba la esperanza para un país cansado de la violencia y un peligro para los planes del terrorismo.” (pág. 13). Y en Junio de 1993 insistió Matilde FERNÁNDEZ SANZ en su presentación de la biografía editada en  España: ”Era la mejor forma de rendir homenaje a una de las promotoras y alentadoras de ‘Villa El Salvador’ y, a través de ella, al trabajo y esfuerzo de todos/as Los/las (sic!) habitantes de esa ciudad de 300.000 habitantes que aprendieron a autogestionarse solidariamente para sobrevivir e intentar vivir cada día con más dignidad, paz y esperanza.” [13]

 

Notas:

Víctor BUENO ROMÁN  (Lima, 1949) cursó estudios de Licenciatura en Literaturas Hispánicas en Lima y doctorales en Latinoamericanística, Etnología y Sociología en Berlín. Su artículo continúa a la serie intitulada “Historia, Sociedad y Mujeres”, iniciada con un texto dedicado a la campesina alemana Anna WIMSCHNEIDER (1919-1993) y su libro testimonial “Herbstmilch” , 1984 (cast. “Leche de Otoño”). Ver:

http://www.kaosenlared.net/noticia/historia-sociedad-y-mujeres

 

[1] MOYANO DELGADO, María Elena: “En busca de una esperanza”. Edición, compilación y notas de Diana MILOSLAVICH TÚPAC. Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristán”, Lima 1993, 109 págs.  El libro incluye Testimonios gráficos (Fotos), así como una detallada lista de publicaciones de y sobre Moyano Delgado. Del libro aquí comentado existen otras  ediciones: a) Una en inglés bajo el título: “The Autobiography of Maria Elena Moyano. The Life and Death of a Peruvian Activist”. University Press of Florida, USA, 110 Pages; y b) Otra en castellano: “María Elena Moyano. Perú, en busca de una esperanza.” Edición del Ministerio de Asuntos Sociales de España en cooperación con el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán y “Solidaridad Internacional” (Fundación Española para la Cooperación) , Madrid 1993, 95 págs. Las citas del presente artículo han sido tomadas de la edición en castellano de Lima. Más sobre Villa El Salvador, véase el libro de la historiadora peruana Cecilia BLONDET: “Las mujeres y el poder: una historia de Villa El Salvador.” Instituto de Estudios Peruanos, IEP, Lima 1991, 196 págs.

[2] El abogado y escritor chileno Carlos VICUÑA FUENTES  (1886-1977) describió, cómo es la vida en un hacinamiento; es decir, en un conventillo en Valparaíso: “Era y son los conventillos en Valparaíso como en Santiago y en muchas otras ciudades, algo pavoroso: una serie de cuartos redondos, bajos, sucios y sin luz, llenos de ratones y de parásitos, apenas separados de sus vecinos por tabiques delgados que dejan pasar todos los ruidos. En cada uno de esos cuartos se hacinaban para dormir cuatro, ocho, diez o más personas. Los servicios higiénicos eran deplorables. Los baños faltaban totalmente y cada excusado, siempre desbordante de inmundicias y cargado de fetideces, servía muy corrientemente para un centenar de personas. Los patios, especies de callejuelas empedradas, o en la pura tierra, pululaban de trastros, ropas tendidas, basuras y papeles, y en el día, de chiquillos semi-desnudos y harapientos. Cuando el conventillo era un poco mejor, había alguna limpieza y cada cuarto disponía de un patiecito de dos metros de ancho y de alguna cocina cubierta de calaminas viejas, recibía ya el nombre pomposo de cité (subrayado del autor, VBR) y costaba dos y tres veces por pieza de renta mensual.”. Ver: VICUÑA FUENTES, Carlos: “La tiranía en Chile”.  Tomo II, Capítulo VI: pág. 253. Lom ediciones, Santiago, 2002. (Libro escrito en el exilio argentino en 1928 y por primera vez publicado en 1938).

[3] Sobre tugurio véase: MILLONES, Luis: “Marginalidad y tugurios en Lima metropolitana” En: “Discusión antropológica”, Año 2, nr. 2, Lima 1976; SÁNCHEZ LEÓN, Abelardo y GUERRERO de los RÍOS, Raúl: “TUGURIZACIÓN en Lima metropolitana”. Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo, DESCO, Lima 1979, 190 págs.

[4] Cinturones de pobreza los hay  en España (“Chabolas”), en Francia (“Bidon Villes”), en Argentina ( “Villa Miseria”), en Chile (“Poblaciones Callampa”), en Brasil (“Favelas”), en México (“Ciudad perdida”) y en Colombia (“Pueblo pirata”).

[5] Sobre el tema de barriadas y pueblos jóvenes en el Perú, véase: MATOS MAR, José: “Las barriadas en el Perú”. Instituto de Estudios Peruanos, IEP, 1977 , 293 págs. (1ra. Edición 1966).

[6] Las necesitadas y los necesitados tomaron tierras en la urbe. Las invasoras y los invasores en Lima pasaron a ser “invadidos” por  las cajas de seguridad, por las tiendas de electro-domésticos y distribuidoras de automóviles, por las firmas de venta y distribución de materiales de construcción, por la publicidad y la propaganda comercial, por los grupos de Mormones y Testigos de Jehová con sus prédicas misionarias y sus publicaciones, etc. Sobre este fenómeno, véase: RODRÍGUEZ, Alfredo / RIOFRÍO, Gustavo y WELSCH, Eileen: “De invasores a invadidos”. Centro de Estudios y  Promoción del Desarrollo, DESCO. Lima, 1976, 137  págs. (La primera edición circuló en copias mimeografiadas. Véase: Cuadernos DESCO, Lima, 1971, 108 págs. ).

 [7] La guerra sucia en el Perú durante los años ochenta causó la muerte de 70.000 peruanas y peruanos. Responsables de esto son tanto el ejército, la policía y las fuerzas paramilitares, cuanto el Partido Comunista Peruano “Sendero Luminoso”. Sobre el origen y la trayectoria política de Abimael GUZMÁN REYNOSO y de su organización, véase: DEGREGORI, Carlos Iván: “Sendero Luminoso. I. Los hondos y mortales desencuentros. II. Lucha armada y utopía autoritaria”. Instituto de Estudios Peruanos, IEP, Lima 1985. Del mismo autor: “Ayacucho 1969-1979: El surgimiento de Sendero Luminoso. Del movimiento por la gratuidad de la enseñanza al inicio de la lucha armada”. Instituto de Estudios Peruanos, IEP, Lima 1990, 270 págs.

[8] Sendero Luminoso no participó ni en el bloque de la izquierda para la Asamblea Constituyente (1978-1979) que derogaría en 1992 la de 1933; tampoco en las elecciones Presidenciales de 1980 que ganara Belaúnde Terry.

[9] En 1971 fue creado el “Centro de Trabajo Intelectual Mariátegui” . En 1973 editó un librito de 64 páginas que ofrecía  un plan detallado- con bibliografía y número de páginas- sobre Filosofía Marxista, Economía Política y Socialismo Científico. El librito estaba dividido en un “Esquema para el estudio del Marxismo”, un “Esquema para el estudio del pensamiento de José Carlos Mariátegui” y un “Esquema para el estudio de la situación actual del país”. Este manual estaba a disposición de cualquier persona con tendencia de izquierda y preocupada por la realidad nacional. Su circulación tuvo lugar entre docentes y estudiantes universitarios, entre maestras y maestros, colegialas y colegiales en Ayacucho. Esa publicación cayó en mis manos y así pude constatar la bien dosificada didáctica para la formación político-teórica. El afirmar esto no significa haber simpatizado o simpatizar con Sendero. Quien escribe estas líneas, fue Catedrático de Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho (1974-1978) y fue observador político de los acontecimientos por aquella época, tal como lo fuera también, desde la Facultad de Ciencias Histórico-Sociales, el Antropólogo Social y especialista en el tema Carlos Iván DEGREGORI.

[10] Recuérdese, aquí, por ejemplo, a las operaciones del así llamado “Grupo  Colina” con su secuela de muertos en Barrios Altos y en la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” en La Cantuta (al Este de Lima). Asimismo, no se olvide al secuestro - y hasta hoy declarado desaparecido- del estudiante  universitario Ernesto CASTILLO PAEZ en Villa El Salvador, cometido por policías de un patrullero (27 de Octubre de 1990).

[11] Véase: “Caretas”. Revista de actualidades. Nr. 944. Lima, 5 de febrero del 2009, págs. 30-31.

[12] Acerca de la violencia del Estado, véase:  “Terrorismo de derecha en el Perú: 18.8.73-Abril 81”. En. “Marka”. Actualidad y Análisis. Nr. 205, Lima 21 de mayo de 1981, págs. 19-20. Y sobre una cronología del terror, consúltese: “Cronología del terrorismo: 18.8.73-14.11.80”. En: “Marka”. Actualidad y Análisis. Nr. 180, Lima 20 de noviembre de 1980, págs. 27-28. Un estudio y balance completo sobre la guerra sucia en el Perú durante la década de los ochenta y comienzos de los noventa ofrece la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CDV) en su informe final del 2003 . Véase: http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php

[13] Ver: “María Elena Moyano. Perú, en busca de una esperanza”. Madrid, 1993, pág. 9

 

 

 

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