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La experiencia de hacer una revista, más que un reto está en el orden de la fascinación, es otra matemática, donde la suma o resta o división etc, cambia sus leyes y ofrece otra manera de cuantificar los elementos elaborables, aquí está lejos la simpleza de separar la paja del algodón, cualquier resultado puede convalidar la existencia de una revista como tal, incluso su permanencia es independiente a los resultados y ni siquiera determina su corta o larga vida, la revista, és, pero la pregunta sería entonces: Qué es para el lector una revista? Yo no me atrevería a decir que existen lectores de revista, otra cosa es que la revista pueda atrapar la atención del consumidor y aquí aparece la operación bursátil que destina su recepción. No quiero entrar a indicar los géneros posibles de una revista, quiero referirme a la elaboración de esta entidad de comunicación como la potenciación de las ideas que atañen a los universos capaz de abarcar y de describir, en este caso la literatura. La palabra como la belleza es materia hecha de los sueños, y como tal quien emprende la aventura de una revista de este tipo, se enfrenta a lo leve, cuyo peso específico no puede ser cuantificable, ya que la literatura como el amor, no son ciencias aplicadas. Una buena revista es equilibrio que se mantiene al filo de la navaja, dicho desde otra perspectiva constituye en si misma un universo cerrado a la manera de la luz de una vela. Jaime de la Gracia / Berlín 1999 |
